jueves, 29 de octubre de 2009

Déjame...

Por favor déjame aquí...en el borde del horizonte, donde una vez aparecí en tu vida, donde me ubico ahora al momento de despedirme.


Déjame en la pausa de tu respiración, que leerá esto evocando tiempos donde la inocencia existía y la honestidad valía su peso en oro. Déjame en ese disco que me diste, donde mis lagrimas se reflejaban observando a mi pétreo corazón negarse a sentir amor por alguien. Déjame en la ruta que para en todas las estaciones, esa que recogió los pedazos de tu corazón desperdigados por la ciudad mientras los kilómetros y los suspiros nos separaron y nos dieron pasos nuevos en nuestros respectivos caminos.


Déjame en la iras que me diste cuando jugabas a ser el niño a quien comprender, déjame en la música que no bailaste conmigo por que no te gusta bailar, déjame en el café que nos tomamos, en la tarde decembrina en la que echados sobre el pasto, al lado de un gran lago y con el sol de la sabana como testigo, le preguntamos en silencio al destino por qué yo nunca pude corresponder a tu amor.


Déjame en la risa que te daba ver mi mal genio, en la tarde de juegos de video mostrándome la superioridad de tus manos y la inferioridad de mi capacidad de adaptación. Déjame en las cavilaciones de quienes no ven cómo el tiempo apremia, de quienes cambian entre la luna y el sol, de quienes estaban antes y ahora no estamos. Déjame aquí, en las paredes y las calles de la ciudad que amas, déjame en cada paso que caminamos juntos, en cada respiración tranquila de mi pecho por saber que eras alguien en quien confiar. Déjame en los secretos que revelaste y en las palabras que nunca saldrán de mi.


Déjame en las estrellas, en la lluvia de la ciudad gris, en los buses que esconden el momento en el que me dabas chocolates. Déjame en el lugar que me tienes, en el que me tenías. Allí en un rinconcito, nunca pretendí ocupar mas, nunca quise ocupar mas, nunca te di nada que yo mismo no creyera merecer... por eso déjame.


Déjame fingir que no importa, que no me dolió el maltrato que recibí. Déjame verte como eres, ayúdame a borrar el recuerdo que tenia de ti, muéstrame la realidad mientras el tiempo termina de apremiar, mientras mi corazón vuelve a petrificarse, mientras la insolencia y la amenaza ocupan su lugar.


Ya no te volveré a mirar a los ojos, no volveré a navegar por tu mirada con la tranquilidad de antes. Tu mirada estará en otros lugares, en otras ideas, en otras metas, en otras vivencias que, de seguro, te ayudarán a crecer. Tu abrazos serán diferentes, no me volveré a sentir seguro en ellos... los únicos que me daban seguridad.


Por mi parte siempre te dejé volar, las únicas alas que corté fueron por tu bien propio, siempre viviré en tu mente por ello, por haber sido diferente, por haber representado el fin y el comienzo, por cambiar los semáforos a verde a mi paso, en las calles sin nombre con sombras sin alma y orgullos resquebrajados vestidos con el último grito de la moda.


Dejaré de molestarte con mi aerofobia, con mi necesidad imperiosa de que me digas que todo estará bien, por que estaría bien si tu me lo decías. Dejaré tu mundo libre, tan libre como lo conocí, para que continúes aprendiendo y dándole al universo de lo que tienes. Dejaré mi lugar en tu corazón, no por que no lo quiera... lo valoré como a un hermoso tesoro con el que Dios me bendijo.


Es hora de dejarte ser mas de lo que yo algún día pude ser. Es hora de dejar de reprocharme, es hora de mirar adelante, es hora de reincorporarse y seguir. Siempre odiaste y admiraste esa capacidad mía... es hora de que tu también la pongas en práctica.


Siempre te querré, no lo olvides. Todos tomamos decisiones, recuérdalo, “todo se reduce a decidir”, me sentaré sobre esta decisión y tomaré dirección al infinito, allí donde mi honestidad volverá a renacer en la confianza, la tranquilidad y la amistad. Allí donde sin ser Dios, no dejaré de ser un humano del común, allí donde nunca nadie volverá a escupir una ofensa como la que hoy me motiva a pedirte el favor de dejarme... en fin, donde la libertad sea el campo donde coseche lo que he sembrado y no los amargos higos que he comido en silencio últimamente.


Sonríe la próxima vez que me veas, tu sonrisa siempre me gustó... a pesar de todo es un lujo del que no pienso privarme... así sobre mi se venga un ejercito de amenazas encima... así la amenaza que hoy me aleja se haga realidad... “Si él se entera de esta conversación, estarás en graves problemas”.


Solo pensar en ello me asquea!


JP